Efectivamente no corren buenos tiempos para la teología en la opinión pública. Ahora bien, precisamente por ello es más necesario que nunca su estudio. El anuncio del Evangelio en sociedades tan secularizadas como la nuestra, exige, a la vez, un esfuerzo intelectual de conocimiento del marco cultural, filosófico, científico... en el que nos movemos; un estudio preciso de los desarrollos teológicos de la fe en que creemos; y, en tercer lugar, una reflexión sobre la interacción entre ambos elementos, cultura y fe, que propicie al creyente una credibilidad de la fe sin abdicar de lo mejor de la cultura contemporánea y ofrezca, al no creyente, una plausibilidad de la fe cristiana que desemboque, al menos, en un respeto intelectual a la condición de creyente en el marco del pensamiento actual.

Aquellos a quienes su vocación les lleva a un compromiso ministerial en la Iglesia, o a la docencia de la religión católica, deben realizar por obligación los estudios teológicos pero, también, están invitadas a ello muchas otras personas que no cumplen dicho perfil: laicos y laicas, jóvenes y adultos, comprometidos en la acción pastoral de la Iglesia; jubilados, prejubilados, que consagran su tiempo al voluntariado en el seno de diferentes organizaciones y que tienen interés por una formación que, en su juventud, no pudieron adquirir; jóvenes que quieren complementar su formación universitaria humanística de historia, arte, filosofía o periodismo, por citar algunos ejemplos, con una preparación más detallada en la tradición cristiana con vistas a una especialización distintiva en sus áreas de trabajo o investigación; jóvenes y adultos, con buena preparación universitaria, que aspiran a realizar una segunda carrera para aumentar su bagaje cultural y humanístico más allá de la estricta cualificación técnica y profesional y, además, de paso, reforzar su currículo con una nota de formación académica en el humanismo cristiano que da cuenta de la relevancia del mismo en su escala de valores, principios y convicciones éticas... Y también están invitadas, por supuesto, ¡claro que sí!, personas que simplemente por gusto quieren estudiar Teología.